Por Carla Avila R.
En los últimos 40 años hemos sido testigos de un viraje verde desde las empresas. La primera etapa de esta tendencia se orientó a comunicar y declarar las buenas intenciones en el ámbito de la sustentabilidad en función de los grupos de interés jerarquizados por cada organización, mostrando a través de reportes de Responsabilidad Social Empresarial o de Sostenibilidad, la estrategia y visión en este sentido.
En una segunda etapa, las empresas comenzaron a informar a sus stakeholders privilegiados, acerca de los avances en las materias seleccionadas como prioritarias, teniendo la obligación de transparentar y comunicar sus acciones a través de sus reportes anuales, asegurando el acceso a esta información en tiempo y forma, y creando canales de comunicación bidireccionales que deben permitir a los grupos de interés prioritarios, al menos, opinar sobre lo expuesto.
Pero, al parecer aún no hay una real integración entre el pensar, el decir y el hacer de las empresas que permita alinear e incorporar en las estrategias de negocio las ambiciones que hoy día se expresan en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Según el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD por sus siglas en inglés), el 79% de las empresas analizadas reconocen la prioridad de los ODS, pero tan solo el 6% de esas organizaciones alinean su estrategia y objetivos con los ODS que han privilegiado.
Es más, la medición de los avances con parámetros específicos de desempeño, parece no ser parte de las prioridades de las empresas que reportan su adhesión a los ODS. Según el Informe de PWC “From Promise to reality: Does business really care about the SDGs?”, solo el 23% de las empresas estudiadas que reportan sobre dichos Objetivos tienen indicadores de rendimiento sobre su aporte a estos. Por ende, no podemos saber si realmente las decisiones y acciones ejecutadas están siendo un real aporte al desarrollo sostenible del planeta. La no existencia de estos parámetros también limita la posibilidad de rectificar el camino y así alcanzar las metas propuestas al 2030.
En esta misma tendencia se enmarca la falta de autocrítica de las empresas en relación a los impactos negativos que sus acciones puedan estar causando a los logros del tan anhelado desarrollo sostenible. El mismo estudio ya citado, señala que solo el 28% de las organizaciones identificó impactos negativos de sus operaciones en los ODS.Desde la comunicación estratégica para la sostenibilidad que Voz Chile preconiza, se insta a nuestros clientes a ser y no parecer, so peligro de perecer. En esta misma línea, es fundamental el involucramiento del CEO y de las principales autoridades de las empresas para lograr impregnar el desarrollo sostenible en el cuerpo de negocio de las organizaciones. Sólo los esfuerzos sostenidos y constantes permitirán avanzar hacia la verdadera sostenibilidad.