Transparencia en la comunicación de los impactos ambientales

Por Carla Ávila R.

En el mundo existen más de 700 etiquetas que utilizan uno o más criterios de impacto ambiental: eficiencia energética, buen manejo de bosques, huella de carbono e impacto hídrico, son algunos de los ejemplos que probablemente usted ha visto en el mercado.

Lamentablemente este amplio abanico de ecoetiquetas más que ayudarnos a la hora de elegir un producto o servicio en función de su mejor performance ambiental, sólo nos confunde. Desde un punto de vista comunicacional, estas ambigüedades han permitido el desarrollo de malas prácticas de marketing como el greenwash, olvidando que es deber de las empresas y organizaciones informar de manera veraz acerca de estos aspectos, asumiendo así y de manera responsable, el desafío del desarrollo sostenible.

Pero ¿existe alguna herramienta que permita comparar productos similares bajo parámetros objetivos? Felizmente sí, y su nombre es Análisis de Ciclo de Vida (ACV).

El ACV es una metodología objetiva para evaluar las cargas ambientales asociadas a un producto, proceso o actividad, y que considera toda la vida de este. A través del análisis material y energético, se logran identificar las entradas y salidas del sistema estudiado, evaluándose posteriormente los diferentes impactos ambientales que pueden causar. De esta manera se logra una visión holística que engloba los recursos utilizados y las emisiones a las diferentes matrices ambientales desde la cuna a la tumba.

Las reglas del juego están muy claras, las normas internacionales ISO 14040 y 14044, identifican los principios, marco de referencia, requisitos y directrices para realizar el ACV dando origen a una Declaración Ambiental de Producto (DAP).

De este modo, si usted quiere conocer y comparar los recursos utilizados para que, por ejemplo, un litro de leche esté disponible en un estante del supermercado, así como sus emisiones producidas, el ACV es la herramienta que permite llegar a un puntaje final que posibilita al consumidor incluir el criterio medio ambiental en su selección, respetando así el deber de informar y comunicar verazmente.