Por Pablo Baeza C.
Ingeniería y habilidades blandas parecieran ser dos conceptos que no suelen relacionarse en la práctica, siendo que podemos encontrar abundante contenido teórico que enlista los beneficios de esta vinculación. ¿Es posible hacerlo sabiendo que carga con el estigma de ser una profesión “cuadrada”?
Para responder esto, es necesario entender qué son las habilidades blandas. Una definición clara y funcional es definirlas como el grupo de valores y características humanas que apoyan a las personas para desenvolverse en una infinidad de situaciones sociales (trabajo, familia, ocio, etc.). Una persona que se desempeña como ingeniero o ingeniera, debe emplear conocimientos técnicos para aprovechar los recursos que tiene a disposición para alcanzar un objetivo, pero no debe olvidar que detrás de los números hay personas que requieren de una atención diferente a las cifras.
En este sentido, y en función de desarrollar dichas habilidades, ya se cuentan algunas casas de estudio que están implementando planes al respecto. Entre ellas están la Universidad Adolfo Ibáñez y sus planes comunes de humanidades y ética; y la Universidad de Chile, quienes realizan focus groups con sus alumnos para mejorar aspectos comunicacionales.
Estas nuevas herramientas y aprendizajes, permiten enfrentar de mejor manera situaciones donde las y los ingenieros deban estar en contacto con las comunidades, sus interrogantes, temores y aportes de las personas.
En el contexto interno, estos profesionales deben ser capaces de integrar los factores sociales y emocionales de los trabajadores y trabajadoras, factores que pueden afectar el rendimiento de los equipos. Estas situaciones no pueden ser resueltas por las matemáticas o la mera deontología propia de la ingeniería. Si no cuentan con herramientas de habilidades blandas, se cae en el riesgo de poder generar una crisis reputacional u operativa de la empresa.
El mundo avanza a pasos agigantados hacia la automatización, y en función de ello, no se debe pasar por alto que existe la amenaza latente de que quienes ejecutan tareas en el campo de las operaciones, puedan ser reemplazados por un hardware o software. Hoy más que nunca es necesario hacerse imprescindibles en las empresas, combinando el campo profesional con las habilidades que una máquina jamás podrá reemplazar, tales como, el criterio, valores humanos, comprensión del medio, trabajo en equipo y las emociones.